Los espermatozoides y las probabilidades de llegar antes al óvulo
Es literalmente una carrera por la vida cuando millones de espermatozoides nadan hacia el óvulo para fecundarlo. Pero ¿es la pura suerte la que decide qué espermatozoide tiene éxito?
En realidad, sí hay diferencias claras de competitividad entre espermatozoides individuales. Un segmento de ADN de origen natural rompe las reglas estándar de la herencia genética y otorga una tasa de éxito de hasta el 99% a los espermatozoides que lo contienen, al menos en ratas, los animales investigados en el estudio llevado a cabo por Alexandra Amaral y Bernhard Herrmann, ambos del Instituto Max Planck de Genética Molecular (MPIMG) en Berlín, Alemania.
Los investigadores han demostrado por primera vez de forma experimental que los espermatozoides con el haplotipo t avanzan más rápido que sus compañeros “normales”, y establecen así su ventaja en la fecundación. Los investigadores analizaron los espermatozoides individuales y revelaron que la mayoría de los que avanzaban poco en su camino eran genéticamente “normales”, mientras que los espermatozoides de movimiento muy rectilíneo contenían en su mayoría el haplotipo t.
Además, Amaral y Herrmann han relacionado las diferencias de movilidad con la molécula RAC1. Este interruptor molecular transmite señales desde el exterior de la célula hacia el interior activando otras proteínas. Se sabe que la molécula interviene en el guiado de, por ejemplo, los glóbulos blancos o las células cancerosas hacia las células que emiten ciertas señales químicas. Los nuevos datos sugieren que RAC1 también desempeña un papel en el guiado de los espermatozoides hacia el óvulo, “olfateando” la presencia de este y marcando el camino más directo hacia su objetivo.
La competitividad de los espermatozoides individuales parece depender de un nivel óptimo de RAC1 activo; tanto la actividad escasa como la excesiva de RAC1 interfieren en el avance efectivo.
Además, los espermatozoides con el haplotipo t consiguen incapacitar a los que no lo tienen. Explicado de forma simplificada, el proceso consiste en que el haplotipo t “envenena” a todos los espermatozoides, pero al mismo tiempo produce un antídoto, que actúa solo en los espermatozoides con el haplotipo t y los protege. “Imagínese un maratón, en el que todos los participantes sufren un envenenamiento al beber agua, pero algunos de ellos también toman un antídoto”, resume Herrmann con un ejemplo.
El estudio, titulado “RAC1 controls progressive movement and competitiveness of mammalian spermatozoa”, se ha publicado en la revista académica PLoS Genetics.